miércoles, 29 de junio de 2016

Entre la distancia y el tiempo, el invierno eterno.

Para qué llorar por alguien que no tiene ni sombra o cómo maldecir a un maldito. 

Perla, si supieras: hay recovecos en el alma de los que la tienen que preferiría saberlos sellados para siempre. Parece que el tiempo corre y el encuentro se ha decotizado al punto que es una baratija que vale dos mangos. Y si Perla, pensá cuántos años nos quedan en esta película de dramas y comedias, y el pensarnos en que estamos de prestado pero tenemos que usar la vida como un lujo exquisito. A pedir de boca.

El encuentro con esa magia y ese asombro. El antes, el durante y ese increíble después del deseo. El hamacarse en una sonrisa, dejarse abrazar por unos labios. Ah, no claudico en la búsqueda del asombro. En los latidos previos desbordando por el escote.

Y el intervalo del silencio más estéril
. Cuando no hay dónde, no hay cuándo.

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